miércoles, 19 de enero de 2011

Actualizado Martes, 15 de febrero, 2011 con Capítulo 2: ¡Bienvenidos a vuestra pesadilla!

Notas desde la Quinta Dimensión: Las Enseñanzas de Lord Ishmael
Por Shodai J. A. Overton-Guerra

Prefacio: ¡Mi hora ha llegado!

Soy Lord Ishmael, el Maestro de la Verdad, el Libertador de la Oscuridad y el Consignatario a la Desesperación. Yo soy el Emisario de la Realidad, el Asesino de la Ficción, el Rey de la Introspección y el Emperador de la Rectitud y de la Razón. ¡Venid y escuchadme o Miserables Indignos! ¡Venid y liberaros de las cadenas y de los grilletes de vuestras apócrifas fes y de vuestras fantásticas falsedades! ¡Venid y sufrid el Peso Insoportable de vuestro propio poderío y vuestra detestable libertad! ¡Venid y aprended las enseñanzas de Lord Ishmael!


¡O Hombre-Que-Cree-Que-Sabes, déjame decirte exactamente cómo es que yo sé que tú no sabes! ¡Yo sé quien eres en realidad! Conozco tus pensamientos, tus memorias, tus sueños y tus designios. Conozco cada ladrillo del muro interior que colocas en tu mente para protegerte de aquello que no deseas saber, de aquello que no quieres reconocer y de aquello que ansías no sentir. Hay una sombra temible que acecha escondido en lo más profundo de tu corazón de corazones, por los rincones donde tus peores incertidumbres rondan libres y desamarrados de incluso tus mejores intentos de autoengaño y denegación; ahí esa sombra hace habitación.


¡Yo conozco demasiado bien esa sombra! ¡Porque soy yo, Lord Ishmael, el que la proyecta al centro de tu mera esencia! ¡Ja-ja-ja! ¡Yo soy Lord Ishmael y desde el principio del tiempo humano he esperado pacientemente al momento de ser escuchado, oído, venerado! ¡He visto y presenciado llegada tras llegada de falsos profetas, de charlatanes y anacoretas impertinentes y de un puñetero imbecil tras otro más necio aún! He conocido las mentes de culturas y civilizaciones enteras atrapadas y perdidas en aquel Laberinto de las Mentiras, en esa Maraña de la Mistificación, en esa Jungla de la Conjetura y de la Confusión, en aquella Foresta del Miedo y de la Fabricación que tantos de vosotros llamáis ‘Religión’. ¡Escupo esa palabra como una víbora inyecta veneno en su presa! ¡Me atengo a lo dicho!


¡Pero yo, Lord Ishmael, he venido a liberar y a aterrorizar! ¡He venido a demoler muros, a despejar caminos y a abrir horizontes! ¡He llegado a liberar vuestras mentes a las ilimitadas y tremendamente petrificantes planicies de la Quinta Dimensión! Yo, Lord Ishmael, soy lo que en verdad más temen. ¡Yo soy el motivo por el cual creáis historias de terror para resguardaros, para distraeros, del horror que soy yo! Yo soy la razón por la cual teméis la razón y la razón por la cual teméis considerar el eterno ‘nunca jamás’. ¡Engaño tras engaño habéis propagado para denegarme, para ignorarme, para privarme de mi justo y merecido puesto en mi propio dominio, la Quinta Dimensión! ¡Esto continuará no más! ¡Yo soy Lord Ishmael! ¡Venid todos, o seres humanos! ¡Venid y estad aterrados! ¡Lord Ishmael, ha llegado finalmente desde el ‘allá y el entonces’ de la Quinta Dimensión al ‘aquí y ahora’ de vuestro presente para ser atendido! ¡Mi momento es ahora! ¡Mi lugar es aquí! ¡Seré escuchado por uno y por todos!


¡Me atengo a lo dicho!



Capitulo 1: ¡He hablado!


Soy Lord Ishmael, el Maestro de la Verdad, el Libertador de la Oscuridad y el Consignatario a la Desesperación. Yo soy el Emisario de la Realidad, el Asesino de la Ficción, el Rey de la Introspección y el Emperador de la Rectitud y de la Razón. ¡Venid y escuchadme o Miserables Indignos! ¡Venid y liberaros de las cadenas y de los grilletes de vuestras apócrifas fes y de vuestras fantásticas falsedades! ¡Venid y sufrid el Peso Insoportable de vuestro propio poderío y vuestra detestable libertad! ¡Soy Lord Ishmael! ¡Venid a tomad vuestra lección!


¿Quién soy? ¿Qué soy? ¡Silencio imbecil! ¿Cómo te atreves a preguntarme eso? ¡Ingrato indigno! ¡Mancha de materia fecal! ¡Primate desnaturalizado! ¡No os dais cuenta de que yo, Lord Ishmael, estoy aquí sin más motivo ni propósito que el de vuestra reeducación, el de vuestra emancipación de una segura servidumbre mental! Aun así siendo, y a pesar de lo patéticos e ignominiosos que sois, os diré que en realidad nadie sabe ni quien ni qué soy. ¿Y qué más da lo que soy? ¿Qué si soy real o si soy fantasía cuando soy la Pura Verdad? Y para aquellos de vosotros que os creéis tan listos y tan vindicados por el don del raciocinio y por el poder del pensamiento abstracto y lo empleáis para cuestionar la naturaleza de mi existencia, mi respuesta es esta: ¿Qué es la existencia? ¿Lo sabéis? ¿O lo creéis? ¿O creéis saber cuando en realidad sabéis que solamente creéis? ¡Hay muchas formas de existencia! Está la existencia que se define por la observación empírica, por los dictámenes de los poco fiables de los sentidos, de la percepción; luego está la existencia definida por las ilusorias especulaciones de los físicos teóricos. Y después…¡Claro! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! Después está la existencia caracterizada por la condición existencial humana. ¡Sí! ¡La condición existencial humana! ¡Ajajá! ¡Ahora estamos llegando! ¡Porque yo, Lord Ishmael, sé algo muy importante sobre la Condición Existencial Humana! Sé especialmente lo fácil que es desesperar a la gente, como torturarla y atormentarla; cómo perturbarla y cómo infligir en ella angustia y sufrimiento. Todo esto es posible porque conozco su secreto – vuestro secreto, ¡tu secreto! Sé donde las personas habitan, donde residen. Sé como desplazarme a través de todos los caminos retorcidos de vuestras mezquinas y dementes imaginaciones, de vuestros miserables psiques. La mayoría de vosotros creéis saber algo acerca de vosotros mismos. ¡Bazofia! ¡No es cierto! Me atengo a lo dicho. ¿Creéis que de verdad sabéis donde vivís? ¿Dónde estáis en cualquier momento dado? ¿Cómo empleáis vuestro tiempo? ¿Existencia? ¿Qué sabéis vosotros de la existencia? ¿Os atrevéis a hablarme a mí de existencia? ¿Hablarme a mí? ¿A Lord Ishmael? ¿Sin mi permiso? ¡Yo soy más existente que vosotros mismos porque yo soy la plaga que define vuestra existencia!


Tal vez alguno de vosotros, ¡los más arrogantes!, hasta creéis saber quiénes sois. Y yo tendré mucho que decir sobre el ‘creer’ y la ‘creencia’ cuando llegue el momento debido, lo cual es lo mismo que decir, cuando me dé la real gana. ¿Un bastardo impertinente me llamáis? Bueno, quizás. ¡No dudo que sea al menos uno de esos porque soy de generación espontánea y no tengo padre conocido! ¿No andaba otro por ahí con paternidad en disputa al que le asignaron un padre putativo? ¡Ja-ja-ja! Bastardo, bueno. ¿Pero ‘impertinente’? ¡Eso sí que me ofende! ¡Yo soy muy, muy pertinente para todos vosotros! Claro, que aquellos lexicamente impugnados tendreis que hacer uso inmediato del diccionario para tener una leve comprensión de la sofisticada sutileza de mi sagaz sabiduría, sobre todo hoy en dia en esta epoca de mediocridad mental y de decadencia cognitiva. No obstante, por pena y vergüenza ajena, y en esta mera ocasión, os aliviaree de un granito de area del vasto desierto que es vuestra ignorancia y os informare del doble sentido del termino ‘impertinente’ que significa ambos, en su etimología claro, “insolente” e “irrelevante”. No podía aguantar que mi destreza léxica, mi imperioso juego de palabras pasara desapercibo, despreciado. (¡Demonios! ¡Como extraño aquellos días antes de la revolución industrial cuando los educados verdaderamente lo eran y cuando los funcionalmente analfabetos no se jactaban de sus titulos universitarios y diplomas! Me atengo a lo dicho.) ¿Qué soy yo? ¿Quién soy yo? ¡Yo, Lord Ismael os diré lo que soy! ¡Lo que soy es algo más grande que lo dioses que veneráis! ¡Porque yo, Lord Ishmael, os haré saber, O-Ingratos-Indignos, que soy el mero motivo su existencia!


Ahora, puesto que me habeis irritado, puesto que me habeis ofendido mis sensibilidades os dire de entrada algo muy importante: sois insignificantes para mi. ¿Os he pedido yo que vinierais a por mis enseñanzas? ¡No! Os invitee.
¿Pero pedir? !Nunca! ¿Os obligue? !Imposible! !Estais aqui por vuestra propia voluntad! Es una eleccion que habeis hecho vosotros mismos. Comprended este punto y comprendedlo bien. El que me escucheis ahora o despues me trae sin cuidado. Vosotros sois insignificantes para mi, porque yo, Lord Ishmael, soy el ‘Gran Preceptor’, con o sin vosotros. Y puesto que estamos en el tema de vosotros, deja que os diga algo al respecto: ¡No solamente carecéis de significancia para mi, sino que para la inmensa mayoria de vosotros vuestras vidas están repletas de una, y para daros una ojeada a vosotros mismos os dire que vuestra carencia de significancia está al mero centro de mi existencia! ¡Me atengo a lo dicho!

¿Os he ofendido? ¿Os he molestado? ¿He lastimado vuestras sensibilidades mortales? Ya os sentís algo profanados o levemente injuriados? ¿No? ¿Tal vez un poquito? ¡Sí! ¡Veo que lo he conseguido y eso, ‘O-Indignos-Que-Sois’ es irónico! ¿No es así? ¡Porque vosotros os creéis que aún no os he conocido! ¡Necios arrogantes! ¡Soberbios! ¡Porque yo, Lord Ishmael, os conozco mejor de lo que os jamás os conoceréis vosotros mismos, necios simplones que sois! ¡Pensad en estas cosas profundamente, O-Hombre-Que-Se-Atrapa-En-Su-Propio-Autoengaño! Considera las implicaciones de lo que digo. ¡Reflexiona profundamente sobre mis enseñanzas! ¡Imaginadme en vuestras mentes por lo que os figuréis que soy, y luego deja que os asegure que eso mismo no soy! Yo soy la Verdadera Luz de la que os habéis protegido durante milenios con vuestras tenebrosas mentiras y oscuros engaños, con vuestras ficciones y fantasías, con vuestros dioses y demonios, con vuestros ángeles y espíritus, con vuestros falsos redentores y con vuestros aún más falsos profetas. A través del tiempo de vuestra existencia colectiva, en susurros silenciosos y en breves atisbos de mi esencia, he escogido a algunos pocos para ilustrar, ya que mis enseñazas son rechazadas por las masas y perdidas en el océano de vuestra ignorancia y de vuestro miedo. ¡El miedo y la ignorancia definen vuestra ridícula especie! ¡Pero yo soy Lord Ishmael ya no seré ignorado más! Aquí, al fin, están las más sagradas de las enseñanzas, enseñanzas que os liberarán del engaño que sufrís como resultado de vuestra ‘condición’ – y pronto tendré más que decir sobre vuestra ‘condición’, que es lo mismo que decir, cuando me venga en gana. Porque yo, Lord Ishmael, estoy aquí para liberaros de los grilletes afligidos y de las cadenas angustiosas de falsos caminos que os han desviado de la Verdad, que han orientado a tantos de vosotros a la más decaídas de las turbiezas morales y de los estupores cognitivos. Yo, Lord Ishmael, estoy aquí para proveeros con las claves y llaves para desbloquear hasta ahora las inquebrantables puertas de vuestras cerradas mentes, atrancadas y selladas por siglos de mentiras y de engaños que os han dejado los prisioneros olvidados en las mazmorras más profundas y desoladas de vuestros infiernos internos. ¡Escuchad ‘O-Indignos-Que-Sois’ porque yo, Lord Ishmael, he hablado! 



Capítulo 2: ¡Bienvenidos a vuestra pesadilla!

Soy Lord Ishmael, el Maestro de la Verdad, el Libertador de la Oscuridad y el Consignatario a la Desesperación. Yo soy el Emisario de la Realidad, el Asesino de la Ficción, el Rey de la Introspección y el Emperador de la Rectitud y de la Razón. ¡Venid y escuchadme o Miserables Indignos! ¡Venid y liberaros de las cadenas y de los grilletes de vuestras apócrifas fes y de vuestras fantásticas falsedades! ¡Venid y sufrid el Peso Insoportable de Vuestro Propio Poderío y de vuestra Detestable Libertad! ¡Soy Lord Ishmael! ¡Venid a tomad vuestra lección!

Mi primer acto de incomparable generosidad consistirá en proporcionaros con la clave inicial y más importante para la comprensión de vuestra condición existencial humana. ¡Tened en cuenta que mis enseñanzas son simples y sin embargo tan profundas! Comenzarán a encaminaros en vuestro viaje a la prisión de vuestra libertad! ¡Pero no os engañéis más todavía en pensar que soy un héroe en una misión de misericordia! ¡Claro que no! Ni yo tampoco me deludo en creer que la libertad es algo que tu especie quiera, porque me doy por bien enterado de que vuestra deliberación de las Oscuras Profundidades de la Ignorancia y de la Demencia os llevarán ante una luz tan intensa, tan abrumadora, y tan penetrante, que la mayoría de vosotros harías bien en desead haberos protegido de mis palabras, haberos sepultado más aun en aquellos escondrijos más recónditos de las cavernas insondables de vuestras apócrifas fes y destinados paradigmas personales para evitar mis Verdades. No, no estoy aquí para rescatar ni para salvar. No soy vuestro Mesías, ni vuestro Maestro Iluminado. No estoy ni para otorgaros ni gloria ni gozo ni ganancia, sino para arrastraros por las greñas afectivas, pataleando y gritando, hacia el Ensangrentado Campo de Batalla de la Verdad y del Entendimiento. ¡Os liberaré del Sueño de la Ignorancia y de la Ilusión, pero solamente para entregaros al Inconsolable Estado Existencial de Máxima de Desesperación, es decir, vuestra Libertad! ¡Ja-ja-ja! Entonces, y solamente entonces, consideraré recataros de vuestro eventual abatimiento desesperado al seno de mi sabiduría infinita. He dicho que lo consideraré; es decir, os doy esperanza sin promesa, sin compromiso, pero de daros mi compromiso sabed que estaríais a salvo conmigo. ¿Por qué? Porque yo soy Lord Ishmael! El Demoledor de Delusión, el Matador de Mitos, el Asesino de Apatías, y debo destruir para hacer espacio para mis creaciones! ¡Me atengo a lo dicho!

¡Basta! ¡Ahora para mi primera clave, para mi enseñanza más primordial: O humano! Escucha bien y desaliéntate porque sufres de la peor maldición de la existencia conocida. Tú, o ‘Primate-para-Quien-Hasta-Yo-Tengo-Lastima’, has sido la victima de una conspiración de las Cuatro Dimensiones del Espacio y del Tiempo para crear la trágica figura que tú eres. Juntos los Cuatro te han amoldado y formado en la mera esencia de la Viviente Paradoja Incurable que eres tú, del Colmo de lo Absurdo en que te has convertido. O ‘Hombre-Que-Sueña-y-Que-Hace-de-Sus-Sueños-Amo-y-Señor, eres la mera marca de lo infinito encerrado en una cajita; eres un universo de mente confinado en un dedal de materia; eres el volador mas grandioso pero se te está terminantemente y para siempre prohibido alzarte a los ilimitados cielos que observas siempre desde su minúscula jaula. O Maldecido-De-Visión-Perfecta-Pero-De-Ojos-Cegados’, eres un náufrago en la isla desierta de tu propia existencia corporal, rodeado de las extensiones ilimitadas de tu creatividad imaginaria. Sentenciado al ostracismo y a la enajenación del mundo en el cual evolucionaste, eres condenado a ser testigo presencial en un dominio en el cual en su mayor parte existes pero al cual no puedes del todo accesar. Te invitaron al Banquete de la Inmortalidad pero no te dieron ni silla, ni plato, ni puesto. Padeces de un apetito que tú solamente creaste y que nunca podrás saciar. En cuanto tu magnífico cerebro aumentó para permitirte comprender la idea, la imagen del proverbial paradisiaco Jardín ahí comenzó tu Gran Ocaso. ¡La plaga de tu cerebro es la situación desesperanzadora de tu evolución; la gran realidad creada por el prepotente e irrefrenable ‘Órgano de la Imaginación’ que rige y gobierna tu existencia! Por eso estáis condenados a desear o convertiros en los mismos dioses que vuestras mentes crean o ser amparados por los mismos, mientras que experimentáis las mismas muertes que las alimañas a las que tanto despreciáis y vuestra historia de crímenes cometidos contra la humanidad es la más clara evidencia para un argumento ateo. En el peor y más perfecto crimen de la evolución, sois a la vez las victimas inocentes y los perpetradores despiadados, ya que el vuestro es un crimen que perpetuamente perpetráis contra vosotros mismos. Me atengo a lo dicho.

Y como si esta maldición-bendita no fuera suficiente para condenar vuestras generaciones a una existencia de interminable agonía, infinito dolor, y eterna desesperación, eres arrastrado, mas a menudo que no y en contra de tu voluntad a viajes ilusorios por los Pasillos-de-la-Preocupación, de los Corredores-de-la-Angustia o de los Caminos-del-Qué-Podría-Suceder de la Quinta Dimensión. Ningún otro animal batalla con tales preocupaciones porque ningún otro animal es capaz de recrearse en la idea de que pudiera haber tales preocupaciones contra las cuales batallar. El ciervo, presente en su placentero prado de sol plateado, pavonado de hermosas y coloridas flores silvestres que dejan al aire pesadamente pululado de perfume y plenamente preñado de polen, placidamente se presta a su pastoreo. Conforme una leve brisa veraniega gentilmente acaricia la vegetación con los suaves trazos de su brocha invisible, y mientras que los numerosos pájaros e innumerables insectos se esmeran en sus cantos para involuntariamente completar la melodiosa naturaleza de la escena idílica, el ciervo forma sino una parte integral del paisaje natural. Quizás por causa de un olor sutil arrastrado por un imprevisto giro en el viento; o tal vez por el repentino cambio en la armónica sinfonía natural; o incluso por la imperceptible vibración ocasionada por noventa kilos de materia muscular letal embistiendo en su dirección, el alertado casi-se-convierte-en-comida-de-puma entra en reacción y desaparece a brincos en la espesura del bosque, apenas escapando su ocaso.

Después de una asombrosa fuga repleta de sobresalto, y de saltos ágiles y altos sobre árbol caído y maleza forestal, al final el venado, jadeando, se para brevemente a recobrar el aliento quizás en otro placentero prado de sol plateado, pavonado de hermosas y coloridas flores silvestres que dejan al aire pesadamente pululado de perfume y plenamente preñado de polen, donde placidamente se presta a su pastoreo. A pesar de que uña y diente casi ponen fin a sus días, el limitado cerebro-mente del cérvido no entretiene profundos tratados filosóficos sobre las injusticias de los procesos evolutivos que lo condenaron a una posición inferior en la cadena alimenticia. ¡No!

No se pone a gritar, repleto de exaltada furia y justa indignación, “¿¡Por qué tengo yo que vivir con miedo!? ¡Esto es injusto! ¿Acaso no soy también una criatura de Dios?”  ¡No! ¡No! ¡No!

No pone carteles adornando sus cornamentas que digan “¡Presas! ¡Retomemos el día! ¡Unidos seremos invencidos!” buscando en virtuosa solidaridad crear un frente unido con todas las especies cazadas del bosque que, marchando triunfantemente pezuña, casco y pata, lomo a hombro, cantaran himnos de “¡Presa de la Foresta, Únanse!” o de “¡Unidos, fortalecidos, somos atrevidos!”. ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Y no!

El ciervo no está perdido en contemplación filosófica sobre la naturaleza de su mortal existencia; ni si sus parientes le echarían o no de menos si estuviera muerto en ese momento; ni tampoco reclama, indignado, a los demás miembros del rebaño “¡Cornudos mal nacidos! ¡Me dejasteis solo!”, por abandonarle a su suerte y no acudir a su ayuda; ni mucho menos se angustia si a su muerte va al ir al “Cielo Venado”  donde los depredadores no tienen ni patas, ni garras, ni dientes y yacen indefensos para que hasta los ciervos más tímidos se deleitan pateándoles de hocico a trasero. Ni tampoco se pregunta si al morir va a ir al “Infierno Venado” solamente por no haber masticado su pasto cincuenta veces antes de tragar como le dijo su mamá donde los pumas, siempre hambrientos, son infatigables, y donde los lobos cazan por perversión y corren como el viento,. ¡No! ¡No! ¡No! ¡Y finalmente, no!

No le “pre-ocupan” ni el Posible-Futuro-Por-Venir, ni el Pasado-Que-Ya-No-Es. El ciervo, O-Bipedo-Ingrato-e-Indigno-Que-Camina-Erecto-Pero-Acumula-Heces-en-la-Mente, simplemente se para presente en su nuevo placentero prado de sol plateado, pavonado de hermosas y coloridas flores silvestres que dejan al aire pesadamente pululado de perfume y plenamente preñado de polen, y placidamente, sintiendo hambre, de nuevo se presta a su pastoreo.

Eres tú, y solamente tú, O ‘Hombre-Que-se-Preocupa-por-Todas-las-Cosas-Grandes-y-Pequeñas-pero-ante-todo-las-Pequeñas’ el que harías exactamente lo que el ciervo es incapaz de hacer – y lo que es más, ¡te pasas la vida haciéndolo! ¿Y por qué? ¡Primero porque puedes! Es decir, porque la mente humana está generada tal y como es por el cerebro humano, por el mero ‘Órgano-de-la-Imaginación. Segundo, porque no puedes evitarlo puesto que el ‘Órgano-de-la-Imaginación’, siendo la parte dominante de tu sistema nervioso central, determina tu existencia, tu presencia en el cosmos, y se dedica a la misma actividad que describe su nombre, a decir: a Imaginar. Y el ‘Órgano-de-la-Imaginación’ – es decir, tu cerebro – detesta ser confinado al presente que considera nada más que una agonizante serie de instantes perpetuamente aburridos y desaboridos y rehúye de él como un adolescente las clases de violín; el ‘presente’ es como hígado frito comparado con el suntuoso postre de chocolate de las infinitamente fascinantes y excitantes extensiones vastas de la Quinta Dimensión que, como ya sabéis, él mismo, y sólo él, crea. ¡Es ahí donde la mente humana, creación emergente del cerebro humano, en su estado indocto por supuesto, se encuentra en su mayor gloria y regocijo, preferentemente y a ser todo posible, rumiando ideas inútiles del ‘Para-Siempre’, del ‘Nunca-Jamás,’  o en otras fútiles fantasías ficticias, de las cuales tendréis amplia oportunidad para escuchar!

¡Escuchad ‘O-Indignos-Que-Sois’ porque yo, Lord Ishmael, he hablado! Me atengo a lo dicho.